Buenas tardes compañeras y compañeros; con la venia de la Presidencia.

El oxígeno que se encuentra en el aire es un elemento fundamental para la vida y la contaminación atmosférica es uno de los principales problemas ambientales que impiden el acceso al aire limpio en México y en el mundo. Evidentemente, es un fenómeno que puede relacionarse con el crecimiento poblacional, pero sobre todo con su concentración en grandes urbes, así como la producción industrial, ya que en los últimos 70 años los centros poblacionales se han desarrollado y diversos procesos han generado contaminantes, alterando la calidad del aire y por ende la atmósfera.

La mala calidad del aire tiene graves efectos en la salud humana, relacionándose principalmente con enfermedades cardio-respiratorias, aumento de los casos de asma e infecciones respiratorias y, en algunos casos, ciertos tipos de cáncer. Sin embargo, la contaminación del aire, no sólo genera efectos nocivos respecto de la salud, también a la flora, la fauna y los bienes generales; así como en el desarrollo de la sociedad.

Según los estudios presentados por la Organización Mundial de la Salud y que coinciden con los estudios de IQAir Visual y de Greenpace, durante el 2018 las ciudades más contaminadas de México fueron Monterrey, Toluca; León; Irapuato; CDMX y se suman ciudades como Salamanca; Ecatepec y Pachuca, entre otros.

La contaminación del aire pone en riesgo ambiental para la salud hoy en día, siendo la cuarta causa de muertes prematuras en el mundo, la gente se muere por la contaminación del aire e implica una carga a la economía mundial con un costo anual estimado de 225 mil millones de dólares.

Conforme a la Organización Mundial de la Salud (OMS), en México se producen anualmente alrededor de nueve mil 300 muertes por causas asociadas con la contaminación del aire.

A pesar de que se han llevado a cabo algunas acciones a nivel federal y de algunos estados, es obvio que por el listado de ciudades que he mencionado, los resultados son un fracaso y la salud sigue estando amenazada por motivos de la contaminación atmosférica que tiene en su composición materias y formas de energía que generan molestias graves, peligros y daños para el ser humano y el medio ambiente.

Uno de los principales problemas a los que nos enfrentamos como género humano es la supervivencia del planeta. Pero el planeta debe continuar con o sin nosotros, los seres humanos. Lo que se pone en riesgo es la supervivencia del planeta como lo conocemos y como lo necesitamos para ser una sociedad, una humanidad, una población que viva con calidad.

Estamos ante una grave situación. Y aunque es cierto que cada vez es más irreversible, todavía estamos a tiempo de intervenir y que a partir de decisiones serias y firmes tomemos el día a día de la contaminación del aire y empecemos a poner remedio. Para empezar, deberemos situarnos en el origen de la cuestión que han propiciado los altos niveles de contaminantes, mismos que han aumentado considerablemente en las últimas décadas.

Si bien la industrialización nos ha facilitado la vida en muchos sentidos, al mismo tiempo nos ha generado la acumulación, esto es un dato importante. No estamos siendo capaces como sociedad de deshacernos de la contaminación que estamos generando, que se está acumulando en los altísimos niveles de gases de efecto invernadero en la atmósfera y otros problemas derivados.

Esa acumulación de gases en la atmósfera ha provocado la aparición de grandes fisuras en la capa de ozono, lo cual ha generado otros fenómenos de notable impacto negativo, como el cambio climático y el calentamiento global.

Son diversas las causas que explican la contaminación de la atmósfera, pero en las urbes y en las zonas afectadas por el ser humano, algunas de ellas se pueden resumir en los siguientes puntos:

Extracciones mineras ilegales o descontroladas;
Uso de pesticidas en las actividades agrícolas;
Industrialización excesiva;
Quema de combustibles, especialmente aquellos denominados fósiles;
Deforestación en todo el planeta;
El crecimiento urbano sin planificación.

Las ciudades que no están planificadas tienen grandes extensiones sin contar con un pavimento, lo que genera una gran polución.

Según "Clean Air Institute", organización con sede en Washington fundada por el Premio Nobel Mario Molina, señala que "estamos en una situación de riesgo". La institución publicó un estudio sobre la calidad del aire en América Latina que determina que en México mueren miles de personas al año por enfermedades relacionadas con la contaminación atmosférica.

En el informe se destaca también, que según proyecciones de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) que de no adoptarse en la ciudades políticas verdes "más ambiciosas", para el 2050 la contaminación del aire "se convertirá en la causa ambiental principal de mortalidad prematura, por encima de aguas insalubres y falta de saneamiento", pasando del millón actual a los 3,6 millones al año a mitad de siglo[1].

No hay una solución mágica, es urgente que las estrategias para reducir la contaminación estén bien definidas, pero sobre todo que estén articuladas entre las distintas instancias. La mejora de la tecnología y los combustibles, la ampliación y mayor calidad del transporte público, el desarrollo de sistemas de desplazamiento no motorizado y la buena interconexión los con sistemas de transporte público (como la bicicleta), el planeamiento integral del uso del suelo, la gestión de la demanda evitando viajes innecesarios y reduciendo el uso del auto privado, sin duda contribuyen al mejoramiento del ambiente; sin embargo, resulta fundamental también, fortalecer los programas de verificación vehicular y evitar cualquier duda sobre su actualización y legalidad.

Debemos cerrar el paso a la corrupción en la verificación, pero también debemos de reconocer que todos tenemos que actuar de manera articulada, que es donde tenemos el grave problema.

Ante este grave problema de contaminación esta Comisión dictaminadora, a mis compañeras y compañeros diputados de la comisión de Medio Ambiente se planteó como urgente plantear acciones que ayuden a revertir los índices de emisiones existentes en diferentes zonas del país, así como prevenir las que puedan generarse a través del establecimiento y operación, con el apoyo técnico, en su caso, de la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales, de sistemas de monitoreo de la calidad del aire, garantizando su correcto funcionamiento, mantenimiento y modernización.

Si queremos combatir la contaminación atmosférica debemos de saber con toda precisión a qué nos estamos enfrentando, cuáles son los elementos comunes de las distintas zonas metropolitanas del país y de las principales urbes que ya enlisté. Tener sistemas homologados que permitan que las acciones sean lógicamente entrelazadas.

La atmósfera y el aire no conocer de fronteras, no distinguen dónde termina Irapuato y dónde empieza Silao, no distinguen donde termina Ecatepec y los demás municipios; sin embargo, los ciudadanos respiran ese aire contaminado y es un asesino silencioso. Por lo menos el agua, sabemos cuál es su sabor, a qué huele. El aire resulta un asesino silencioso y es la amenaza a la viabilidad de la salud humana es latente.

Esta reforma, nos asegura, además de contar con un sistema de monitoreo, el acceso a información actualizada y verídica de las condiciones del aire en todas las zonas del país, y con ello contar con una herramienta que ayude a disminuir la emisión de contaminantes, derivado de buenas políticas públicas diseñadas a lo largo y ancho del país en información congruente, articulada, sistematizada y verídica.

Agradezco el trabajo de mis compañeros en la comisión, reconozco al diputado promoverte y solicitamos su voto a favor de este dictamen.

Gracias.

PARTIDO VERDE