Con la venia de la Presidencia;

El aumento en el uso de dispositivos tecnológicos entre la población ha traído múltiples beneficios para la interacción y comunicación humanas, pues a través de éstos las personas se mantienen conectadas sin importar barreras geográficas, lo cual ha generado impactos muy positivos en los ámbitos económico, social y cultural.

No obstante las ventajas de la popularización de los teléfonos celulares y otros dispositivos móviles, debemos señalar igualmente que su uso acarrea la eventual presencia de consecuencias adversas para la salud humana, como es el caso de ciertos equipos, prácticas y tratamientos médicos que pueden verse afectados por las interferencias electromagnéticas generadas por los aparatos portátiles de comunicación, poniendo en riesgo no sólo la eficacia de los tratamientos y la precisión de determinados diagnósticos, sino también la propia vida de los pacientes.

Lo anterior ha despertado desde hace más de tres décadas el interés de los investigadores por determinar los efectos indeseables de las interferencias electromagnéticas en la salud humana en general y en los ambientes hospitalarios en particular.

Al respecto, la Organización Mundial de la Salud refiere que las personas quienes viven o trabajan en forma rutinaria alrededor de radares han manifestado preocupaciones acerca de los efectos adversos a largo plazo de estos sistemas, incluyendo cáncer, esterilidad, cataratas y cambios en el comportamiento o desarrollo de los niños.

Asimismo, la OMS señala que la mayoría de los estudios realizados al respecto reportaron diferentes efectos nocivos para la salud, lo cual comprueba la existencia de respuestas fisiológicas y termo-regulatorias, cambios en el comportamiento y consecuencias reproductivas adversas debido a la exposición aguda a niveles relativamente altos de campos de radiación.

Por otra parte, se ha encontrado que los equipos médicos de monitoreo crítico y apoyo vital utilizados en los hospitales son altamente susceptibles a disturbios electromagnéticos producidos por equipos de comunicación inalámbricos, reportándose que las fallas observadas van desde la aparición de ruidos en la señal, hasta el enmascaramiento de datos y despliegue de falsas alarmas.

Si bien es cierto que nuestro país cuenta con los instrumentos legislativos necesarios para la regulación de las interferencias electromagnéticas, lo cierto es que no existe certeza de todos los posibles impactos negativos que éstas pudieran tener en la salud humana, por lo cual resulta indispensable establecer mecanismos que garanticen la prevención y atención de los riesgos asociados con este fenómeno dentro de los hospitales.

En virtud de ello, en el Grupo Parlamentario del Partido Verde nos pronunciamos a favor de la aprobación del presente dictamen, pues coincidimos en la necesidad de incluir en la ley la obligación explícita de la Secretaría de Salud de diseñar e implementar los mecanismos necesarios para garantizar la prevención de los riesgos que pueden ser ocasionados por el uso en los ambientes hospitalarios de aparatos que emiten interferencias electromagnéticas, en perjuicio de la propia infraestructura, pero principalmente, en detrimento de la salud de los pacientes.

Lo anterior es una muestra del compromiso que debemos tener como legisladores para proteger un derecho fundamental como es el acceso a la salud, sin limitarnos únicamente a su simple reconocimiento legal, sino dando atención puntual a todos aquellos fenómenos que representan un riesgo para el bienestar físico, mental y social de las y los mexicanos.

Es cuanto, muchas gracias.

PARTIDO VERDE ECOLOGISTA DE MÉXICO