Definitivamente, "Aratmósfera", por allá de 1974 era ya un discurso innovador en la plástica mexiquense, que vino incluso, a darle un toque especial de identidad a nuestra máxima Casa de Estudios, nuestra querida Universidad Autónoma del Estado de México; el Cerro de Coatepec, en Toluca, donde se ostenta esta obra resultó ser una puerta sin igual, para el arte y la cultura mexiquense.

Una obra que trata tan sólo del nacimiento de la luz, de un hombre que emerge del suelo y sube, sube para toca el cielo. De este simbolismo siempre estuvo nutrido el discurso plástico del maestro Leopoldo Flores Valdés, quien falleció este 3 de abril pasado.

Como mexiquense es un honor pronunciar estas palabras en memoria del pintor, del escultor, por supuesto del muralista, –pero en espacial-, del hombre que tuvo esta visión axiológica y la entregó envuelta en color, forma y contenido.

Hablar de él, es imposible, sin detenernos o situarnos al interior de un caleidoscopio; el Cosmovitral –jardín botánico de Toluca- con toda su magia de luz y colores, es sin lugar a dudas –como bien lo dice una de sus últimas entrevistas- "la obra que lo catapultó a otras dimensiones"... así, literalmente.

Nacido en San Simonito, población perteneciente al municipio de Tenancingo en el Estado de México. Leopoldo Flores es un símbolo de libertad en el arte, incursionando en nuevas técnicas y formas de expresión, un artista cuya herencia perdura en el corazón de los mexiquenses y de todos los mexicanos.

Su legado al gremio de las artes es incalculable y sus obras que trascenderán a través de los tiempos lo posicionan como una de las figuras de las artes plásticas más destacables del país, ya que sus manifestaciones artísticas se caracteriza por desarrollar un nuevo muralismo, no decorativo ni didáctico, sino innovador, que buscó plasmar la problemática que atañe a todos los seres humanos.

Ante una humanidad caótica planteada por el mismo, frente a su lamentable fallecimiento, es toral trascendencia que se difundan arduamente las obras del pintor, del muralista y del escultor mexiquense, ya que constituyen parte importe del acervo cultural de nuestro país.

Con su obra plasmada en el Palacio de la Legislatura del Estado de México, conocida como "El Hombre contemplando al Hombre y el Hombre expectante ante el Futuro", el maestro creó un ícono del deber que tenemos con la cultura y las artes. Desconocerlo, sería desconocer la lucha permanente de la comunidad cultural por conseguir espacios dignos. Es ir en contra de nosotros mismos.

Desde la tribuna del Senado de la República, que sea éste sólo un hasta pronto al maestro Leopoldo Flores, al mexiquense universal.

¡Es cuanto, senador Presidente!

Muchas gracias.