Con su venia Diputada Presidenta, compañeras y compañeros.
Olvidamos que el ser humano no envejece cuando se arruga la piel, sino cuando se pliegan los sueños y esperanzas; eso no depende de los años.
Por ello, es triste ver como somos una sociedad incoherente sobre respeto, cuidado, apoyo y protección a nuestros adultos mayores.
No los valoramos por lo que hicieron ayer; pero sí los discriminamos, por lo que ya no pueden hacer hoy.
No los escuchamos, no los ayudamos, no los comprendemos, no los cuidamos y no los respetamos.
Sólo cuando nos sirven, los sacamos del abandono.
Eso no es justo, ellos son referente del pasado, presente y futuro; porque las libertades, ventajas y oportunidades que disfrutamos actualmente; ellos las forjaron ayer.
Por eso presento esta iniciativa que reforma la Ley de los Derechos de las Personas Adultas Mayores, para garantizar que todos nuestros adultos mayores que vivan o transiten en nuestro país, tengan acceso gratuito al transporte público.
Como reconocimiento a su labor y para hacer visible, el derecho a la movilidad digna, preferencial y gratuita, de nuestros más de 15 millones de adultos mayores que tenemos.
Y en apoyo de ese 18% de nuestros adultos mayores que tienen problemas, para movilizarse sin ayuda.
Del 50% de nuestros adultos mayores de más de 75 años que tienen dificultades para salir de casa; y del 20% que por no tener transporte público accesible, viven en el confinamiento.
Esta iniciativa beneficiará, ayudará y motivará, a nuestros adultos mayores en el acceso a mejores oportunidades, desarrollo y movilidad.
Como sociedad, nos recordará que es imprescindible reconocer no solo sus derechos, sino también garantizar su pleno disfrute.
Por eso, no podemos asumir esta reforma que propongo como una concesión, sino como una atención a nuestros adultos mayores.
Para proveerles de la autonomía, movilidad y salud emocional, social y psicológica, para su bienestar.
No es para menos, son poco más del 12% de nuestra población.
Para quienes somos ciegos y sordos cuando de atender sus necesidades se trata; sin considerar que con ello, les arrebatamos sus sueños y les negamos la esperanza.
Por eso, les pido que no escatimemos al invertir, para garantizarles el transporte de servicio público gratuito, que necesitan.
No condenemos a los más de dos millones de todos nuestros adultos mayores que viven solos, los seis de cada 10 que no tienen trabajo y los siete de cada 10, que padecen alguna discapacidad.
No neguemos la ayuda, a los ocho de cada 10 de nuestros adultos mayores, que viven en condición de pobreza.
A siete de cada 10, que no tienen servicios médicos; ni a los dos de cada 10 que sufren de violencia directa y permanente.
Hay que apoyarlos a todos, empecemos por darles el servicio de transporte público gratuitamente, en todo el país.
Ayudenlos a dejar de ser presa del despojo, de la violencia, el maltrato, abuso, explotación o el abandono.
Debemos tener la capacidad, para ofrecer a todos nuestros adultos mayores un servicio de transporte público funcional, digno y obligatoriamente, gratuito.
Si les negamos eso, seremos cómplices y partícipes, del maltrato que sufren y padecen.
Este esfuerzo estoy segura que beneficiará, ayudará y motivará a nuestros adultos mayores, en la conquista y acceso a mejores oportunidades de vida, desarrollo y movilidad.
A la sociedad en su conjunto le permitirá reconocer no sólo sus derechos elementales sino también, garantizarles el urgente e irrestricto disfrute de los mismos.
No olvidemos que como nos vemos hoy, ellos se vieron ayer y como se ven ellos ahora, con suerte, así nos veremos mañana.
Es cuanto, muchas gracias.