Con la venia de la presidencia;

El primer siglo de la historia del México independiente no está exento de sobresaltos y conflictos, por el contrario, sus páginas están llenas de eventos armados, algunas veces en defensa de la soberanía nacional y otras tantas entre grupos antagónicos que luchaban por establecer el modelo de Estado que creían más pertinente para nuestra nación.

La Revolución Mexicana, la primera gran revolución social del siglo XX, fue la última gran guerra civil que tuvo lugar en nuestra historia y constituye la última gran transformación nacional que se forjó por medio de las armas, para dar paso a un pacto político social que permitió la institucionalización y el desarrollo de nuestro país.

La Revolución Mexicana inició como una lucha en contra de la perpetuación en el poder del General Porfirio Díaz, pero pronto derivó en una guerra civil que buscaba acabar con la desigualdad social y las condiciones laborales injustas que padecían los obreros y campesinos.

Las primeras críticas al porfiriato se plasmaron en 1906 cuando vio la luz el Programa del Partido Liberal Mexicano, encabezado por Ricardo Flores Magón, el cual proponía reducir el periodo presidencial a cuatro años, suprimir la reelección para el presidente y los gobernadores de los estados, reformar la Constitución para eliminar las restricciones a la libertad de prensa y establecer la educación laica.

En cuanto a los derechos de los trabajadores, el Partido Liberal proponía el establecimiento de una jornada laboral máxima de ocho horas y el mejoramiento de las condiciones de trabajo en minas, fábricas y talleres.

Por su parte, en relación al campo, donde se concentraba la gran mayoría de la población del país al comienzo del siglo XX, el Partido Liberal proponía hacer realmente productivas las tierras so pena de ser nacionalizadas. De igual modo, proponía el reparto de propiedades a cargo del Estado sin más condición que dedicarlas a la producción agrícola.

Los magonistas del Partido Liberal Mexicano promovieron huelgas en diferentes partes del territorio nacional, pues creían en la acción directa como medio para concientizar a las masas de trabajadores, por lo cual, en mayo de 1906, los obreros de la mina de Cananea se declararon en paro teniendo como principal demanda el mejoramiento de sus condiciones laborales y salariales, resultando brutalmente reprimidos. La misma suerte corrió la huelga de Río Blanco en Veracruz en 1907.

A partir de entonces, el movimiento magonista se tornó radical y propuso el levantamiento en armas contra el gobierno porfirista, sin embargo; desde un principio, el alzamiento estaba destinado al fracaso pues el General Díaz contaba con toda la fuerza del Estado y estaba firmemente apoyado por el gobierno estadounidense y otras naciones europeas, mientras que el Partido Liberal Mexicano estaba formado por pequeños grupos de obreros, sectores de clase media y algunos hacendados descontentos que no necesariamente compartían las aspiraciones revolucionarias de los magonistas.

Meses más tarde, la policía norteamericana detuvo a Ricardo Flores Magón en Estados Unidos y sus seguidores se vieron presionados para que abandonaran su lucha, decidiendo algunos de ellos unirse al movimiento iniciado por Francisco I. Madero.

Después de ser liberado en 1914, Ricardo Flores Magón continuó su lucha contra los abusos cometidos contra las clases trabajadoras hasta su muerte el 21 de noviembre de 1922, aniversario luctuoso que hoy conmemoramos por haber sido un luchador social incorruptible e incansable que a través de las ideas y de la acción dejó una huella imborrable en el movimiento que terminó por derrocar a la dictadura.

Las propuestas del Partido Liberal Mexicano serían tomadas más tarde, aunque con acento moderado por Francisco I. Madero en el Plan de San Luis y quedarían plasmadas años después en la Constitución que hoy nos rige.

En 1908 Francisco I. Madero hizo una dura crítica al poder absoluto de Porfirio Díaz y propuso la abolición del régimen, convocando a la creación del Partido Nacional Democrático con la finalidad de contender en las elecciones de 1910.

A mediados de 1909, en su campaña a la presidencia de la república, Madero viajó a varias ciudades, convocando multitudes a su paso, difundiendo la necesidad de democratizar al país y convirtiéndose en un serio desafío para el gobierno de Porfirio Díaz, por lo cual fue objeto de persecución y cayó en la cárcel. Las elecciones se llevaron a cabo mientras Madero estaba preso y resultaron en la reelección de Porfirio Díaz para un nuevo período. Meses después, Madero fue trasladado a San Luis Potosí, donde fue puesto en libertad bajo caución.

Una vez libre, Madero denunció y documentó el fraude electoral, pidiendo la anulación de los comicios. Su reclamo no fue atendido y se le amenazó con volver a apresarlo, por lo que escapó hacia Texas, donde publicó el Plan de San Luis.

Este manifiesto es considerado como uno de los documentos más importantes en nuestra historia nacional, su contenido refleja la situación en la cual se encontraba nuestro país en ese momento y fue la chispa que finalmente detonó la Revolución Mexicana.

A lo largo de su texto da cuenta del hartazgo del pueblo contra los abusos cometidos en treinta años de dictadura porfirista e incita a los mexicanos a levantarse en armas contra el gobierno bajo el lema: "sufragio efectivo y no reelección", fijando el 20 de noviembre como la fecha en la cual se iniciaría la batalla contra la tiranía.

Aunque el Plan de San Luis no inició el movimiento armado generalizado como proponía Madero, comenzaron a surgir levantamientos en el norte del país que luego se propagaron por otras entidades del centro y sur de la República.

Después de siete años de disputa, finalmente nuestro país transitó hacia una paz estable y las reivindicaciones que dieron vida a la lucha revolucionaria se plasmaron en la Constitución de 1917, proclamando la no reelección y los derechos sociales de obreros y campesinos como una conquista histórica que nuestro país legó al mundo.

En el Grupo Parlamentario del Partido Verde reconocemos a todos quienes con el sueño de construir un país libre, justo y democrático lucharon en la Revolución Mexicana, hoy conmemoramos a los grandes hombres y mujeres que destacaron por sus ideas o por sus acciones de armas, pero también a los millones de mexicanas y mexicanos que ofrendaron su vida para heredarnos un futuro mejor, sin duda alguna, su ejemplo es nuestra inspiración para seguir luchando por la vigencia de los ideales revolucionarios y por la transformación pacífica de México.

Es cuanto, presidente.