"El que lee mucho y anda mucho, ve mucho y sabe mucho"

Miguel de Cervantes Saavedra

Con la venia de la Presidencia;

Hablar del Día Nacional del Libro sin hacer referencia a la importancia de la educación, sería una manera poco adecuada de abordar esta conmemoración.

Insistentemente hemos señalado que la tarea de garantizar los derechos más fundamentales de las personas tiene que ir forzosamente acompañado de las herramientas que faciliten su pleno desarrollo.

La educación nos garantiza acceder a mejores oportunidades de vida, a competir de manera equitativa ante los grandes retos que nos impone la globalización e incluso nos ayuda a convertirnos en una sociedad más armónica y respetuosa entre sus propios integrantes y con el entorno que nos rodea.

En este sentido, los libros forman parte importante de este proceso, en donde además de representar una herramienta para la obtención de conocimientos, se consolidan como la vía idónea para transmitir la cultura, nuestra historia, además de alimentar nuestra imaginación y nuestras emociones.

En virtud de las múltiples aportaciones de los libros para nuestro desarrollo como seres humanos, desde hace 42 años en nuestro país celebramos cada 12 de noviembre el Día Nacional del Libro, cuya conmemoración tuvo como finalidad promover la lectura tanto en español como en diferentes lenguas indígenas.

Fue durante la gestión del Presidente López Portillo que se decretó esta celebración en el marco de una visión de Estado que consideraba a la educación como prioritaria para detonar el desarrollo del país.

Quiero aprovechar mi intervención, para hacer un reconocimiento a las miles de personas que han hecho apostolado del fomento y promoción de la lectura en nuestro país, más allá de sus fines utilitarios y por el amor a la cultura y al conocimiento.