Diputado presidente, compañeras y compañeros

Mujeres que nos acompañan el día de hoy y todas aquellas que tienen sus ojos puestos en lo que hace esta Cámara de Diputados.

Sabemos que desde la aparición de las primeras sociedades, las mujeres hemos jugado un papel fundamental para el desarrollo de la humanidad, también que a lo largo de la historia hemos tenido y seguimos teniendo que lidiar con la falta de reconocimiento, la desigualdad en muchos aspectos, la discriminación y la violación cotidiana de nuestros derechos fundamentales.

Lidiar con que se nos arranque la vida y la posibilidad de decidir sobre nuestras propias vidas. En este sentido, las mujeres hemos liberado intensas batallas por la defensa y respeto de nuestros derechos a través de una participación activa en los procesos de construcción democrática.

Y también desde distintos sectores de la sociedad mediante la formulación de propuestas para transitar de una situación de franca y absoluta desventaja frente a los hombres hacia otra de pleno ejercicio de nuestras garantías y libertades.

Pero eso dice la letra, la realidad que sabemos y vivimos es otra.

Me llena de orgullo ciertamente ver a mujeres que gracias a su esfuerzo y a su talento están conquistando cada vez más espacios en todos los terrenos de la actividad humana y que hoy tengamos dignas representantes que con su participación enriquecen la vida política, económica, social y cultural del mundo y de nuestro país.

Pero hay mucho que hacer, inclusive con las mujeres de nuestro país y con su conciencia de género. Presencia de mujer no siempre garantiza perspectiva de género.

Me llena de orgullo también saber que ésta legislatura está dando pasos firmes y no estamos dispuestas a dar un paso atrás en el reconocimiento de nuestros derechos y libertades, ni un paso atrás en las conquistas que no son regalos, que no son dadivas graciosas de ningún sector, de ninguna sociedad, de ningún gobierno.

Son nuestros derechos a hacer, a ser y a decidir sobre nuestras vidas y ser actuantes de primera línea en la historia de nuestro país. La conciencia social sobre la necesidad de hacerles justicia a las mujeres no siempre ha estado tan presente como hoy en día.

En este sentido, la construcción y arraigo de esa conciencia, se debe mucho al esfuerzo y en gran parte, al compromiso que han entregado su vida para trabajar la consolidación de una sociedad equitativa en donde hombres y mujeres tengamos acceso a las mismas oportunidades de ser felices y de escribir nuestra propia historia de éxito.

Igual a la garantía de vivir, alejarnos a aquellas políticas públicas que hacen del dogma la ley, que no entienden entre moral y salud pública; tenemos que alejarnos de eso y entender que la garantía de las mujeres a su vida es un derecho fundamental, innegable y no negociable.

Más allá del discurso y de los eventos conmemorativos, tenemos que reconocer que hoy conmemoramos el esfuerzo de mujeres que entregaron y que costó vidas; más allá de felicitaciones, lo que necesitamos es construcción conjunta para que nuestras garantías sean una realidad y que nuestros derechos humanos sean vigentes y actuales.

Hoy la reivindicación de los derechos humanos pasa por exigirle al Estado en todos sus niveles de gobierno que nos brinde las certezas para vivir sin miedo de salir a la calle; que si salimos a trabajar, a ganarnos la vida con dignidad tengamos la confianza de dejar nuestros hijos en un lugar seguro más allá de la solidaridad de nuestros familiares.

Si llegamos a ser víctimas de violencia tengamos un lugar apropiado para refugiarnos con nuestros hijos lejos de los abusadores y con la discreción que requiere este caso de emergencia.

Lejos de cualquier acto de violencia, tengamos que entender que las mujeres somos actuantes, de principal actuación en la vida social y económica del país, y que para frenar la violencia en contra de las mujeres tenemos que acabar con la impunidad; exigirle al Estado que acabemos con la impunidad no es pedir una dadiva, es pedir justicia.

Son innegables los avances y tenemos que reconocerlos y congratularnos por ello, pero hoy nuestro reto es seguir luchando por erradicar patrones culturales que contribuyen a la discriminación de género que nos impiden de facto, ser tratadas de manera justa. No pedimos más, pero tampoco estamos dispuestas a recibir menos.

Gracias por su atención.