Con el permiso de la Presidencia;
Compañeras y compañeros Legisladores:
Hoy conmemoramos el aniversario luctuoso de un mexicano cuyo nombre se encuentra inscrito en letras de oro en este recinto legislativo, letras que honran su memoria y los principios por los que luchó. No es sólo su nombre, si no es el peso de la historia que nos recuerda la lucha histórica de los pueblos indígenas y campesinos por defender su identidad y sus tierras.
Nacido en el seno de una familia campesina y asesinado a balazos con tan sólo 40 años de vida. Considerado uno de los líderes militares más importantes de la Revolución Mexicana y símbolo de la resistencia campesina en México. Se dice que era muy romántico y de familia numerosa, 16 hijos y 42 nietos; los caballos eran su pasión.
De familia combativa, su abuelo materno, José Salazar, fue parte del ejército de José María Morelos y Pavón, durante la Guerra de Independencia.
Indudablemente muchos de nosotros, quienes participamos en tribuna para conmemorar esta fecha, redundaremos en los hechos históricos que han posicionado a Emiliano Zapata como un hombre controversial, pero, sin duda, un hombre nacionalista.
Cómo olvidar los principios que fueron establecidos en el Plan de Ayala, mismo que buscaba colectivizar las grandes tierras y liberar así a miles de campesinos e indígenas de la opresión latifundista a la que estaban sometidos. Principios que no se extinguieron y continuaron con el movimiento, fructificando años después, al integrarse a la Ley Agraria, y en 1917, a nuestra Constitución Política Nacional.
Así pues, los ideales del Zapatismo han trascendido con una de las frases más simbólicas: "La tierra es de quien la trabaja"; acuñada mientras trataba de eliminar el caciquismo en México y restituir la posesión de la tierra a las clases campesinas del sur de nuestro país y convirtiéndose en el símbolo del agrarismo mexicano.
El "Caudillo del Sur", como era conocido, es uno de los héroes de la Revolución Mexicana e ícono de la historia de nuestro país; son indudables sus aportaciones, principalmente, para todos los campesinos de América Latina en su lucha contra las desigualdades sociales.
"Tierra y libertad", ideales por los cuales luchó Emiliano Zapata, hombre de profundas convicciones, ideales conocidos y casi siempre sesgados hacia el reconocimiento de los derechos agrarios, pero poco se ha dicho de su lucha por el derecho a la huelga y por la emancipación de la mujer, lo que lo ha llevado a ser uno de los revolucionarios más queridos.
Como lo hemos reiterado en distintas ocasiones, las conmemoraciones de estas fechas deben ser adoptadas como un recordatorio de las razones por las cuales estas personalidades han trascendido, por sus contribuciones en su vida, pero, especialmente, por el legado que dejan para la consolidación de una nación mucho más justa y equitativa.
Exaltar el nombre y obra del general Zapata representa la oportunidad de recordar nuestras raíces y la responsabilidad de refrendar nuestro compromiso para que nunca más se violen nuestros derechos, principalmente, los derechos de aquellos que históricamente han sido relegados.
En cada uno de nosotros está la posibilidad de ser el cambio, de pasar a la historia como personas que representan al pueblo y sirven al pueblo; no personas que se sirven del pueblo, como los vende patrias. Hoy la revolución es ideológica y ello nos posiciona en el privilegiado lugar de poder impulsar los cambios que los mexicanos y las mexicanas nos demandan.
Como Emiliano Zapata, quienes hoy tenemos el honor y la obligación de representar a los mexicanos, luchemos por erradicar de raíz la desigualdad, la pobreza, el rezago y la corrupción; como lo hizo Emiliano Zapata, redoblemos esfuerzos y luchemos de la mano con la sociedad civil, en favor de los más vulnerables.
Honremos las palabras del líder agrarista: "Quiero morir siendo esclavo de los principios, no de los hombres"; tengamos la capacidad de poner en el centro de nuestros trabajos a los más importantes, a las y los mexicanos.
Aquí y en la cuarta transformación ¡Zapata vive y la lucha sigue!
Es cuanto.