Con la venia de la presidencia.

El 17 de octubre de 1953 es un día clave en la reivindicación de los derechos de la mujer mexicana, es una fecha que ha quedado marcada como un parteaguas en la lucha feminista que exige igualdad de condiciones y oportunidades para mujeres y hombres en todas las áreas.

Aquel 17 de octubre de hace 67 años llegó por fin el reconocimiento en el papel de que las reglas habían cambiado. Se publicó en el Diario Oficial de la Federación el decreto en el que se anunciaba que las mujeres tendrían derecho a votar y ser votadas para puestos de elección popular. Decreto que cambiaría para siempre la forma de hacer política en nuestro país y comenzaría a remover la idea arraigada en la mentalidad de muchos que lamentablemente aun creen que la mujer y la vida pública son conceptos que no se llevan.

Gracias a esta reforma constitucional, México es testigo de nuevos episodios protagonizados por las mujeres en torno a un derecho fundamental en toda sociedad democrática: la ciudadanía plena.

La adición al artículo 34 constitucional reconoció lo que los constituyentes negaron por años, que las mujeres somos ciudadanas mexicanas en pleno goce de nuestros derechos y puso fin a décadas de una interpretación absurda del lenguaje destruyendo la justificación para relegarnos que utilizaban los hombres quienes argumentaban que la constitución garantizaba el derecho al voto de LOS mexicanos del género masculino, ya que entonces el texto rezaba : "Son ciudadanos de la República todos los que, teniendo la calidad de mexicanos reúnan, además, los siguientes requisitos: haber cumplido 18 años, siendo casados, o 21 si no lo son, y tener un modo honesto de vivir".

El texto del decreto que modificaba la constitución fue sencillo pues bastó a agregarle dos palabras, pero la lucha que precedió para lograr su publicación no lo fue.

Este decreto fue el producto de una larga batalla librada por mujeres valientes que nunca dieron un paso atrás a pesar de transitar un camino lleno de retrocesos, obstáculos y amenazas emitidas por los hombres que se rehusaban a compartir un terreno que tradicionalmente había estado reservado para ellos.

Cuando lo cierto es que en todos los movimientos reivindicadores de la historia de México, la independencia, reforma y revolución, por mencionar algunos, la presencia de las mujeres ha sido fundamental. Sin embargo, se les escatimó su derecho a la participación política.

Hoy a casi seis décadas del reconocimiento del derecho de las mujeres a votar y ser electas, nuestra participación es visible en espacios de representación y ejercicio de poder. Ahora las mujeres no sólo constituimos un significativo porcentaje en la lista nominal de electores, también destacamos en organizaciones cívico-políticas, en procesos electorales y en los poderes del Estado.

Y esto todo gracias al esfuerzo de mujeres como Hermila Galindo, Elvia Carrillo Puerto, Alicia Arellano, Maria Lavalle, Aurora Jiménez, Griselda Alvares y muchas otras que se atrevieron a ir en contra de las costumbres de la época y se abrieron paso en un mundo donde las mujeres no eran bienvenidas.

Analizando el contexto político y social que estamos viviendo hoy día, es indudable que transitar de la universalidad del sufragio al goce y ejercicio de la ciudadanía de las mujeres ha implicado mucho tiempo y es, todavía, una asignatura por completar.

Que esta sesión solemne sirva para rendir el tan merecido homenaje a las precursoras que iniciaron el camino y sembraron un mosaico de oportunidades para las mujeres, pero también que sea una invitación a reflexionar sobre los retos por superar.

Las reformas de paridad total aprobadas en esta legislatura deben combinarse con acciones que favorezcan no sólo el acceso, sino el desempeño en los cargos con plena libertad e independencia, lo que implica un ejercicio libre de cualquier tipo de

Para que podamos hablar de una verdadera celebración, las mujeres necesitamos no sólo poder votar, sino ser votadas para cargos cada vez de mayor jerarquía, pero sobre todo ejercer nuestras facultades para generar mejores condiciones sociales para las nuevas generaciones.

Lo fundamental es no olvidar la máxima feminista de que si avanza una, avanzamos todas y si retrocede una, retrocedemos todas

Es cuanto, presidenta.