"Que nada nos limite, que nada nos defina, que nada nos sujete, que la libertad sea nuestra propia sustancia", Simón de Beauvoir

Con el permiso de la presidencia;

Hoy es un día para conmemorar, recordar, honrar y de ser la voz nítida de quienes estuvieron antes y estarán después de nosotras, pero más aún, somos los latidos de quienes ya no están y de quienes nos permitieron que dejen de estar entre nosotras.

Los principios fundamentales como lo son el derecho al voto, el derecho al trabajo, el derecho a la educación y a la administración de nuestros propios bienes, entre otros, han sido los pilares sobre los que se han construido los movimientos feministas que poco a poco han ido conquistando espacios que hace apenas algunos años estaban totalmente vedados para nosotras.

El 8 de marzo ha sido y es una fecha para reivindicar, la igualdad de derechos entre hombres y mujeres y para recordarnos la importancia de seguir luchando con firmeza para eliminar del mundo todos aquellos resabios de un régimen viejo y caduco que pretende seguir concibiéndonos como ciudadanas de segunda.

Ahora debemos trabajar en mantener y continuar con los avances logrado, sobre todo aquellos en la prevención y mecanismos de atención orientados a una vida libre de violencia para mujeres y niñas, erradicar la desigualdad y discriminación preservando nuestra dignidad e integridad.

Nos hemos tardado más de 100 años en llegar hasta aquí, a este que no es el punto de llegada, pero sí uno de no retorno al pasado. Un punto en el cada vez más mujeres nos organizamos para exigir que no se nos excluya, para exigir que se nos ofrezcan las mismas oportunidades de desarrollo que a los hombres, para luchar por un país que no sea indiferente a nuestro sufrimiento y en donde ser mujer no sea nunca más sinónimo de sumisión.

No ha sido fácil ir derrumbando los cimientos del patriarcado, ese pacto secreto que da a los hombres ventajas políticas y sociales y que nos impide desarrollarnos y participar a plenitud en los asuntos públicos y que también afecta nuestra capacidad de decisión en los espacios privados, algo que he padecido, algo que muchas de nosotras aquí presentes, nuestras abuelas, nuestras madres y amigas, han padecido, y no es lamento, es aliciente para seguir día a día nuestra lucha.

Pero afortunadamente, somos cada vez más las mujeres de todas las edades, de todos los orígenes y de todos los estratos sociales que reclamamos con fuerza el respeto a nuestros derechos, que rompemos estereotipos y que levantamos la voz contra las injusticias con la convicción de avanzar poco a poco, pero con paso firme, por el camino hacia la igualdad y el respeto integral de nuestros derechos.

Por desgracia, pese a los muchos avances que en nuestro país se han alcanzado desde el ámbito legislativo en los últimos tiempos, aún queda un largo camino por recorrer para que las leyes que aquí aprobamos tengan auténtica vigencia en la práctica, para que las mujeres en la calle y en nuestros propios hogares nos sintamos más seguras y protegidas.

Mantener y continuar con los avances para brindar y asegurar un sistema de justicia con perspectiva de género.

Lamentablemente, en el mundo entero hay múltiples ejemplos de desigualdad y violencia que continúan vulnerando la integridad y los derechos de las mujeres y niñas y México no escapa de esta dolorosa realidad.

Algo que nos debería resultar inconcebible, un hombre haciendo daño a una mujer, a una madre, a una hermana, a una hija, a una compañera de vida. Si creen que estamos solas, es hora que miren alrededor suyo, cada mujer, cada una de nosotras es parte de un movimiento que puede cimbrar cualquier sistema.

La gran preocupación de nosotras las mujeres es que esas violencias de las que dos tercios de las mexicanas reportan haber sido víctimas puedan intensificarse y escalar hasta llegar al caso más extremo, es decir, a las agresiones que cuestan vidas.

Tampoco se pueden soslayar las otras violencias de las cuales somos víctimas las mujeres y que no necesariamente se expresan de manera física, a veces son temas imprescindibles como la educación machista que consciente a los hombres y educa a las mujeres para ejecutar un rol definitivo que va en contra de la igualdad.

Nos piden perfección en muchos aspectos y cuando lo logramos, suben los estándares para decir que no contamos con la capacidad suficiente. Pero saben qué, somos capaces de mucho más y se los hemos demostrado, se los seguiremos demostrando.

Es cierto, los golpes y las agresiones verbales constituyen manifestaciones de violencia inaceptables, pero también lo son el menosprecio, el que se siga obligando a las mujeres a casarse a la fuerza y el que las mujeres perciban menos por realizar el mismo trabajo que un hombre.

Es igualmente grave, que a las mujeres se nos condicione para acceder a un puesto de trabajo, el no acceder a medidas de salud sexual y reproductiva o no poder ejercer de manera plena y efectiva nuestros derechos como personas por el mero hecho de ser mujeres.

Desafortunadamente, el paso de la pandemia provocada por el COVID-19 evidenció un retroceso en el camino recorrido para alcanzar la anhelada igualdad sustantiva entre hombres y mujeres.  Como lo ha dicho el secretario General de la ONU, Antonio Guterres, la pandemia representó, en algunos casos, un retroceso de hasta 10 años en el ejercicio efectivo de derechos ya conquistados por las mujeres y consagrados para nosotras

Hagamos que el 2022 sea un año decisivo para las mujeres, adolescentes y niñas en México, luchando firmemente por la igualdad, que hemos alcanzado nuestra autonomía y hemos logrado la visibilidad que antes no teníamos.

Sin embargo, lograr esta transformación que hoy hace posible, por ejemplo, que esta asamblea esté conformada por primera vez de manera paritaria, no ha sido fácil y nos ha costado esfuerzos extraordinarios para convencer a las sociedades patriarcales de que la participación de las mujeres en la política nos conviene a todos.

Tengo el honor de ser parte de la transformación que hoy vivimos las mujeres en materia política, al conformar junto a otras 249 compañeras la Legislatura de la Paridad, un hecho histórico que no tiene colores pero que crea un precedente de gran valor. Para las futuras generaciones de mujeres, somos y seremos su referente. Por eso celebro a los verdaderos hombres como aliados y compañeros que hoy están aquí de nuestro grupo parlamentario.

No obstante, los logros alcanzados, debemos trabajar para que la igualdad política plasmada hoy en las leyes que integran nuestro orden jurídico se vuelva una realidad cotidiana y tangible para muchas mujeres mexicanas, más que, como quienes hoy conformamos esta Legislatura, aspiran a ocupar un cargo de elección popular.

Finalmente, quiero destacar el compromiso que tenemos nosotras las mujeres con el medio ambiente y reconocer como indispensables nuestras contribuciones para construir un futuro más sostenible para todas las personas.

Las mujeres tenemos un papel imprescindible para impulsar el cambio, para remar a contracorriente, para luchar por nuestros derechos, por ello, nuestra participación y liderazgo deben ser aprovechados para generar acciones encaminadas a lograr un desarrollo sostenible y combatir el cambio climático. Para alcanzar un futuro sostenible e igualitario es preciso promover la igualdad de género.

Como mujer, como madre de familia y como presidente de la Comisión de Medio Ambiente y Recursos Naturales de esta asamblea, destaco la importancia de reivindicar el tema que ONU-Mujeres ha propuesto para este 2022: igualdad de género hoy para un mañana sostenible.

Para lograr lo anterior debemos pugnar por aumentar la proporción de mujeres en cargos de liderazgo y tomar decisiones en la gestión ambiental, así como incluir la perspectiva de género en el financiamiento de acciones relacionadas con la preservación y restauración del equilibrio ecológico y el combate al cambio climático

Las mujeres unidas tenemos el poder de cambiar el mundo y convertirlo en un mejor lugar para vivir en beneficio de todas y todos. Nuestro país, sin duda, mira al futuro, pero ese futuro será más promisorio si día a día, lo hacen luchando con la fuerza, la determinación y la entrega con que lo hacemos las mujeres.

Por todas las mujeres mexicanas, ¡que vivan las mujeres!

¡Que vivan!